La verdad es que no sé a qué precio habrán llegado. Pero algo me dice que la fruta, barata barata, no es. Mi madre trae las chirimoyas de cuatro en cuatro para hacer frente a la inflación. Ni una más ni una menos. Cuatro. Quien sepa lo que adoro yo esa fruta me perdonará que no hable cuando, como si se tratase de un ritual, voy rebañando los pipos hasta dejarlos en sus mismísimas vergüenzas. Y tras los pipos el cascarón. Y después, tan sólo nostalgia. Tendré que esperar a la próxima para sentirme la mujer más afortunada del mundo.
Hoy he comido bien, gracias. No ha hecho excesivo frío, y tengo una contractura de cargar con una bolsa en la que siempre llevo mi día a cuestas. Como si fuese un hatillo. Mi día a cuestas.
Y ahora, justo ahora que quiero salir, comienza a refrescar...
"La fiebre no es más que otra forma de delirio. Delirar es soñar. Y soñar es sentirse lejos. Soñar es estar de nuevo en casa. Lejos. Huele a mandarinas. Elvira está en casa. Y le fascina la música que escucha en la radio".
Dulce Chacón. La voz dormida.
2 comentarios:
Genial... Qué bueno que te hayas lanzado a escribir... y qué intenso... Eres la más mejor... Te veo mañana...
hola me gustó mucho leer esta entrada, te voy a sumar a mis blos,no soy escritora ( lo intento si pues me gusta escribir ) ni política ni periodista. Un saludo.
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